Gordon Allport
nació en Montezuma, Indiana en
1897 y era el menor de cuatro hermanos. Era un chico tímido y estudioso, aunque
algo guasón. Vivió una infancia solitaria. Su padre era un médico rural y como
era de esperar Gordon creció entre pacientes y enfermeras y toda la
parafernalia de un hospital en miniatura. Está claro que todo el mundo
trabajaba duro para salir adelante. Por otra parte, su vida fue tranquila y
poco sorprendente.
Una de las
historias de Allport siempre se menciona en sus biografías: a los 22 años de
edad, viajó a Viena. ¡Se las había arreglado para conocer al gran Sigmund
Freud! Cuando llegó al despacho de él, Freud simplemente se acomodó en un
sillón y esperó a que Gordon empezara. Después de un rato, Gordon no pudo
soportar más el silencio y espetó una observación que había hecho mientras iba
de camino a conocer a Freud. Mencionó que había visto a un niño pequeño en el
autobús que estaba muy enfadado porque no se había sentado donde previamente lo
había hecho una señora mayor. Gordon pensó que esta actitud era algo que de
alguna forma el niño había aprendido de su madre, una mujer con tipo muy
elegante y de esas que parecen dominantes. Freud, en vez de tomar el comentario
como una simple observación, lo tomó como una expresión de un proceso más
profundo, inconsciente, en la mente de Gordon y le dijo: “¿y ese niño eras tú?”.
Esta
experiencia hizo que Gordon se diese cuenta de que la psicología profunda
excavaba demasiado hondo; de la misma forma en que antes se había percatado de
que el conductismo se quedaba demasiado en la superficie.
Allport
recibió su licenciatura en psicología en 1922 en Harvard, siguiendo los pasos
de su hermano mayor Floyd, quien se convertiría en un importante psicólogo
social. Gordon trabajó siempre en el desarrollo de su teoría, examinando
cuestiones sociales como el prejuicio y creando tests de personalidad. Murió en Cambridge, Massachussets en 1967.
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